¿Cómo decirle adiós?
Si como suponemos, tienes un gato, sabrás que es mucho más que un simple animal doméstico. Tu gato es un miembro de la familia, y el que no pueda hablar no significa que no puedas establecer con él un vínculo muy fuerte; lo que hace las cosas más difíciles cuando llega el momento de decir adiós.
Recuerda que la sensación de dolor es perfectamente normal y que es verdad que el tiempo lo cura todo.
Despídete
Para algunas personas, es realmente importante poder despedirse de su gato. Si lo duerme el veterinario, éste te permitirá casi siempre quedarte con él durante el proceso. Aunque no puedas estar en la sala, siempre podrás pasar un rato con él y darle el último adiós después.
Haz duelo
Tras el fallecimiento de un gato, es posible que sientas diversas emociones: Consternación, incredulidad, dolor, ira, culpa, depresión, ansiedad y, por último, aceptación. No reprimas ninguno de estos sentimientos; son perfectamente naturales. El duelo, como todos los procesos emocionales humanos, desempeña una función muy importante. Te ayuda a aceptar la muerte. Con el tiempo, los recuerdos que al principio te habrían hecho sentir culpabilidad o rabia comenzarán a evocártelo de forma positiva y te encontrarás sonriendo, no llorando.
Ayuda y apoyo
Algunas personas prefieren sufrir su pena a solas, pero para otras es importante contar con el apoyo de familiares y amigos. Quizá te resulte embarazoso demostrar que sientes pena “por un simple gato”, pero no hay razón para ello. Aún así, es posible que te cueste menos hablar de esto con desconocidos, y en tal caso es probable que el veterinario te pueda poner en contacto con grupos de apoyo locales.
Si no puedes compartir tu dolor con otros, escribe tus sentimientos y pensamientos en un diario, verás que te sentirás mejor.
Niños
No subestimes lo importante que puede haber sido tu gato para tus hijos (si los tienes).
Hasta los cinco años aproximadamente, la mayoría de los niños no comprenden el concepto de la muerte. Quizá comprendan que la muerte no es algo bueno, pero tienden a imaginar que se trata de una situación temporal y que tarde o temprano el gato volverá. Aun así, el simple hecho de que su amigo ya no esté puede afectarlos profundamente, lo que hace que necesiten mucho apoyo y consuelo.
Entre los cinco y los nueve años, los niños se dan cuenta de que la muerte es algo definitivo. Es posible que crean incluso en la vida después de la muerte. Dado que son capaces de comprender el significado de la muerte, se les debe permitir hablar de lo que ha pasado, nunca despacharlos diciendo que ""son demasiado pequeños para entenderlo"".
A partir de los nueve años, la mayoría de los niños pueden comprender los conceptos de muerte y duelo. Por esta razón, pueden experimentar las mismas emociones que los adultos tras la muerte de su gato. Pero, además, pueden desarrollar problemas de conducta, como hacerse más dependientes, orinarse en la cama, tener pesadillas o no poderse concentrar en el colegio.
Puedes ayudarlos hablando con ellos acerca de cómo se sienten. Sé sincero sobre lo que ha pasado. Esto es igualmente válido para la decisión previa, si se hace necesario sacrificar al gato. Asegúrate de contar con tus hijos para la decisión; de lo contrario, es posible que después te lo echen en cara. Además, procura no utilizar la expresión “dormirlo” con los niños; puede que suene mucho menos dura que “muerte”, pero también confunde a los pequeños.
El túmulo
Si no has tenido tiempo de pensar en todo lo que hay que hacer después de un fallecimiento, es posible que no sepas qué hacer con el cuerpo del gato. Lo mejor es hablarlo con la familia y con el veterinario cuando el gato todavía está vivo. Puedes por ejemplo:
• Enterrarlo en casa
• Enterrarlo en un cementerio de mascotas
• Cremación individual: te entregan las cenizas de tu gato
• Cremación comunitaria
Pueden influir en tu decisión factores como el coste, las ordenanzas o el espacio, pero, decidas lo que decidas, debes asegurarte de que todos los allegados al gato están de acuerdo con el plan.