La temporada de celo dura desde finales de invierno hasta finales de verano, y en animales que viven siempre en casa, todo el año. Podrás observar cómo el instinto de aparearse desencadena ciertos comportamientos no habituales. La gata en celo maúlla y está inquieta y a menudo se retuerce y revuelca por el suelo. Los machos, por otro lado, pueden vagabundear, meterse en peleas y marcar la casa con orina. Ambas conductas pueden resultar bastante, y la solución si no quieres tener gatitos ni conductas extrañas, es esterilizar a tu mascota.
La esterilización de los machos se denomina castración. En las hembras, se llama ovariohisterectomía y lo ideal es hacerla cuando la gata tiene 5 o 6 meses, haya tenido ya una camada o no.
Tu veterinario habrá hecho este tipo de operaciones muchas veces, y ni tú ni tu gato tendréis nada de que preocuparos. Normalmente, podrás llevarlo al veterinario por la mañana y recogerlo el mismo día por la tarde. Lo habrán anestesiado, por lo que quizá esté un poco aturdido cuando despierte. Lo mejor es dejar que se recupere en una zona tranquila y sin ninguna molestia a excepción de alguna caricia ocasional.
Después de la operación, puede tener tendencia a engordar, y por ello es importante que le des una dieta correctamente equilibrada como las bolsitas para gatitos Whiskas®.
La esterilización tiene otras ventajas. El instinto de un gato macho de rociar con orina para marcar su territorio desaparecerá, y no sentirá tanta necesidad de vagabundear ni meterse en peleas. Así, pocas veces (o ninguna) volverá a casa con arañazos y mordeduras, y estará más protegido contra enfermedades como la leucemia viral o la IVF, que se contagian por vía sexual o por las heridas de las peleas. La esterilización también reduce el riesgo de tumores mamarios e infecciones de útero en hembras y el de problemas de las vías urinarias en machos.