Cuando tu gatito salta y ataca a los talones de una visita, actúa exactamente como lo haría para cazar una presa. Mientras es joven, suele tratarse simplemente de un juego y sus mordiscos son poco más que caricias. Pero cuando crece, esos mordisqueos pueden empezar a hacerse más fuertes y lo mejor es interrumpir el juego y dejar de hacerle caso durante un rato. Si este método no tiene éxito, háblale con voz alta y firme (pero no le grites). Pronto hará la asociación.
A veces tu gatito mostrará un tipo distinto de agresividad, cuando vea a otro gato al que no pueda acercarse o atacar a causa de obstáculos tales como ventanas o verjas. Lo mejor que puedes hacer en esa situación es dejarlo solo para que se calme. En cuanto otra cosa más interesante atraiga su atención, se olvidará del intruso.
Instinto básico
Aunque sea un gatito adorable, su instinto innato de caza puede darte algún disgusto, especialmente si trae una presa muerta a casa. Por supuesto castigarle es un error: simplemente ha seguido un instinto muy primario usando habilidades aprendidas desde muy pequeño. Desde luego, no tiene nada que ver con que tenga hambre. Continuará cazando por muy bien alimentado que esté, e incluso puede presentarte su presa esperando tus halagos.
No obstante, existen medidas que puedes tomar para desalentar sus ansias de caza. Juega con él lo suficiente y puede que te conviertas para él en algo mucho más excitante que los pájaros del jardín. Otra buena idea, muy tradicional, es ponerle un cascabel en el collar, que alertará de su presencia a las aves y otras presas.