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Como cualquier dueño de gato sabe, estos compañeros tan especiales son una raza aparte. Curiosos y exigentes por naturaleza, requieren ser tratados bien y con consideración hacia sus necesidades. Sigue estos consejos prácticos y crearás la guarida perfecta en un santiamén.

Salir por ahí
Una gatera transparente es ideal, y un felpudo grueso a la entrada resulta barato y es estupendo para las patas manchadas de barro (¡y para los zapatos!). Además, a tu gato le encantará afilarse las uñas en él.

Hablando de uñas
Hablando de afilarse las uñas, ¿por qué no brindar a tu gato aún más diversión poniendo un rascador en casa? Con un poco de suerte, se olvidará de arañar las alfombras o las cortinas. En cuanto a las alfombras, el mejor tipo son las de pelo cortado, que no puede arrancarse tan fácilmente como el pelo rizado y que no deja que se acumulen muchas pelusas. Un buen consejo para recordar: cuanta mayor proporción de lana, mejor.

Una situación peliaguda
Los pelos de los gatos pueden ser molestos, pero tienen algunos usos positivos. Por ejemplo, puedes incitar a tu gato a usar su nueva cama cepillándolo y poniendo sus pelos en ella. Lo mismo sirve para una nueva manta de gato.

En cuanto a las camas de personas, tu gato te agradecerá que no las elijas todas de tipo diván. Las camas tradicionales con patas le ofrecen un lugar de reposo y un escondite excelentes bajo ellas.

Seguridad en las ventanas
Si no tienes jardín pero sí tienes la suerte de tener un balcón, no olvides prepararlo a prueba de gatos instalando una malla o una celosía fina. No estropeará las vistas y podrás sentarte al sol con la seguridad de que tu gato no sufrirá ningún daño.